Existen momentos en la
vida, épocas, temporadas…en los que nos toca sufrir. Procesos de duelos,
sucesos impactantes, rupturas de relaciones de pareja/familiares/amistades, decepciones,
crisis personales/profesionales…con todo lo que esto conlleva, y en esta
tesitura muchas personas podemos preguntarnos ¿cómo comenzar con buen pie este
nuevo año que se nos presenta?. Cualquiera de las situaciones anteriores están
cargadas de miedos debido a la fuerza que tienen para trastocar o directamente
romper una gran parcela de nuestra zona de confort, es decir, se produce la
destrucción de ese lugar en el que te encontrabas cómodo, aquello a lo que
estabas acostumbrado o esa situación que creías tener controlada, se producen fracturas
en esquemas importantes que sostenían cosas intocables…cambios que nos hacen
estar tristes, preocupados, nerviosos, inapetentes, miedosos… Si reconoces
estos síntomas en ti, presta atención a lo siguiente.
¿Quién dice que tienes
que estar siempre feliz? No tienes que estar siempre feliz, llora si quieres
llorar, grita si tienes que hacerlo…las emociones negativas son tan comunes,
necesarias y sanas como las emociones positivas. El problema se encuentra en la
cultura en la que vivimos, que nos dice que siempre tenemos que estar felices y
contentos, que no se llora y no es bueno estar triste…con lo que acostumbramos
a guardar las emociones negativas que sentimos en una cajita en lo más profundo
de nuestro ser, tendiendo a transformarse en problemas somáticos: dolores,
malestar estomacal, ansiedad, enfermedades… numerosos estudios corroboran la
relación directa entre la falta de expresión emocional y enfermedades somáticas.
¿Cómo entenderíamos la
felicidad sin la tristeza? Quizás para ser realmente felices tenemos que haber
estado realmente tristes o al menos haberlo comprobado para poder discernir…Puede
que estés pensando… ojalá entendiera menos la alegría si con ello no tuviera
que pasar por tanta tristeza…quizás si...quizás no… es necesario que confíes en
que si estás pasando por un mal momento (aunque ahora posiblemente no lo veas)
pasará o al menos se trasformará en otra cosa. Supongo que habrás escuchado
alguna vez la frase de “Todo lo malo tiene algo bueno”, en psicología podemos
hacer un símil con aquello que llamamos resiliencia. La resiliencia se define como la
capacidad de las personas para hacer frente a sus propios problemas, superar los
obstáculos y no ceder a la presión, independientemente de la situación. Es la
capacidad de un individuo para sobreponerse a períodos de dolor emocional y
traumas, para tomar una decisión cuando se tiene la oportunidad de tomar una
actitud adecuada, y al mismo tiempo tiene miedo de lo que eso puede causar.
¿QUÉ
PUEDES HACER?
Es adecuado mirar a los
sucesos a los ojos y tener la fortaleza de continuar por más que duelan. ¿Cómo
hacerlo? Es un camino pedregoso…date permiso para caerte y levantarte…caerte
las veces que necesites siempre que la subida no te guste. Sé permisivo contigo
mismo y no te autocritiques más de la cuenta. Si crees que tu problema tiene
solución búscala y llévala a cabo, sino es así…acéptalo. Si para ello tienes
que sufrir, llorar, luchar contra tus propios pensamientos…te ánimo a que lo
hagas, ¡al fin y al cabo eso también es vivir!
Ahora sí, pasado el tiempo que creas necesario es muy importante aprender de lo vivido y continuar, vivir es un aprendizaje constante.
La vida también duele, pero tú eres quien decide qué hacer con ese dolor. Tómate tu tiempo para estar triste, es igual de necesario que el tiempo para ser feliz, pero una vez que lo hayas hecho continúa, con más o menos piedras en tu camino. Quizás tu forma de ver las cosas cambie aunque ahora no lo veas o puede que no, pero probablemente esas piedras que llevas en tu zapato te enseñarán y ayudarán a guiar tu camino, a aprender, a ser más fuerte… o a llevar esa piedra en tu zapato sin que moleste. Recuerda, la tristeza y la felicidad son las dos caras de una misma moneda, sin la una no se entendería la otra ni nos importaría tanto.
Consejos para sobrellevar el dolor y
controlar los estallidos emocionales:
- Controla el lenguaje, ya que el control de las palabras ayuda a disciplinar las emociones “Las palabras crean realidades"
- No tomes decisiones importantes en momentos de estrés.
- Procura ajustar los estímulos excitatorios de las emociones a las condiciones de tolerancia de nuestro organismo.Aprende a respirar de forma controlada, te ayudará a calmarte.
- Practica relajación o deporte.
- Aclara tus pensamientos pero no te obsesiones con ellos, si ves que no puedes quitártelos de la cabeza usa alguna distracción y, ponte una hora determinada y única para pensar en ello cada día.
- No dramatices, intenta ver el problema con perspectiva.
- Proyecta a la mente situaciones nuevas positivas, comparando las mismas con otras experiencias
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